Se atusaba el pelo frente al
espejo de su cómoda, el sol incidía
directamente en su larga melena acentuando su brillo caoba, pero sus ojos
brillaban con tristeza. Estaba pensando como maquillarse, que vestido ponerse
para su cita especial de esta noche. Adriana había quedado con Mario para cenar,
hacía mucho que no se dedicaban un tiempo para ellos, para disfrutar de su
pareja como hacían al principio. Llevaban saliendo algo más de dos años pero en
los últimos meses Mario se había mostrado distante, frío sin interés hacia ella
y Adriana intuía lo peor.
Le habían llegado rumores sobre
historias alternativas de Mario con otras chicas pero ella no quería creerlo,
siempre había alguna explicación para Adriana.
En todo este tiempo ella había
perdido mucho peso, había cambiado su estilo buscando su lado más sexy y elegante y a pesar que toda la gente de su
entorno la decía lo guapa que estaba el espejo la devolvía hoy una imagen
descafeinada, extraña, Adriana veía frente a si a una persona que no era ella.
Había cambiado tanto intentando
agradar a Mario que finalmente se había olvidado de gustarse a ella misma,
había perdido su personalidad, su esencia y su alegría.
Seriamente pensó que aquello no podía seguir así, rebuscó en los cajones
los gloss de brillo que usaba cuando le conoció, hoy iría así maquillada sencillamente sin imitar los sofisticados estilos de las
estrellas de Hollywood, buscó unos vaqueros
cómodos, y una camiseta de Hello Kitty de las que solía
usar hace unos años. Precisamente así iba vestida cuando Mario la pidió
salir hacía ya 765 días, en uno de los
momentos en que menos lo habría esperado
.
Recordaba que al levantarse no le
había dado tiempo a lavarse el pelo y se hizo una rápida coleta antes de ir a trabajar,
además se sentía hinchada y como una pelota pues estaba en uno de esos días.
Sólo quería que acabara su jornada laboral
llegar a casa y sentarse en el sofá con la mantita, y cuando por fin el reloj dio la hora de salir, se lo
encontró en el ascensor, y Mario sin más la invitó a un café que duró más de
tres horas y hasta hoy. Tal vez Mario ni siquiera se diera cuenta de lo que
llevaba puesto, últimamente siempre que estaban juntos él siempre estaba muy
ocupado hablando de su estupendo trabajo y de lo ingeniosas y estupendas que
eran las nuevas compañeras del gabinete. Adriana se dijo que hoy no contaría
las calorías de la cena y si le apetecía pediría postre. Pensó tímidamente que cuando se preocupaba menos de
agradar al resto y más a si misma era más feliz ahora se sentía un poco vacía y
sin esencia. Respiró y salió de casa con
ilusión intentando no pensar en lo que
Mario le diría hoy tenía que ser una gran noche.
Y caminó hacia su destino…
Y caminó hacia su destino…
Aquí os dejo este mini relato
inspirado en la perfección imperfecta, siempre he pensado en este concepto , lo maravilloso
de la perfección es que sea imperfecta, y que cada uno pueda interpretarla a su
manera , por eso el chico más guapo para mi mejor amiga a mí me puede resultar
de lo más normal o viceversa, una película tremendamente perfecta para los críticos
para mí puede ser lo más aburrido del mundo, una vida perfecta como muestran algunos famosos en el fondo está
vacía y llena de cinismo. Es una anarquía del individualismo.
Me despido de vosotros deseando que disfrutéis de vuestra perfecta noche imperfecta y de quien tengáis a vuestro lado y si queréis saber cómo continúan Adriana y Mario solo tenéis que decirlo. Un beso enorme a todos y buenas noches.
Me despido de vosotros deseando que disfrutéis de vuestra perfecta noche imperfecta y de quien tengáis a vuestro lado y si queréis saber cómo continúan Adriana y Mario solo tenéis que decirlo. Un beso enorme a todos y buenas noches.
Que vergüenza de hombre este tal Mario!! estoy ansioso por ver como Adriana lo manda a freír churros.
ResponderEliminarGran escritora Laura!!!
Nunca dejes de soñar, pero lo mas importante...nunca dejes de hacer cosas para que el sueño continue...