miércoles, 17 de septiembre de 2014

Las azaleas del amor XXXI


Buenas noches amigos, lo prometido es deuda y aquí os dejo un capítulo de boda, esperando que os guste y os de fuerzas para acabar la semana, un abrazo fuerte.
 
Capítulo 31

Por fin llegó el día de la boda. Los invitados esperaban . Dos días atrás habían comenzado a llegar los regalos.  Emma y Owen  habían roto el compromiso , pues él aseguraba que mi prima estaba completamente loca. Así desapareció de nuestras vidas. Pero Emma , contrariamente a lo que se pensaba, no tuvo ninguna nueva recaída sino que se recuperaba día a día empujada por una fuerza misteriosa, mostrando cada día una mayor energía.

Dentro de la mansión todo era lujo y esplendor. Resultaba todo lo contrario a la ceremonia que juntos habíamos planeado Albert y yo. El buffet estaba en una parte del jardín que por su parte, además de los ornatos florales estaba decorado con esculturas talladas en hielo. En el templete estaba colocada la orquesta que amenizaría el acontecimiento. Yo hubiera deseado que nos casara el padre Thomas , pero Francesca decidió avisar a un obispo Italiano, conocido de la familia.

Sentada frente al espejo me resistía a bajar. El vestido era hermoso, blanco,  de seda salvaje. Sin mangas ,entallado, recto hasta los pies. Sin más adornos que unas jaretas a la altura del pecho y un lazo discreto en la espalda . El tocado para la cabeza estaba formado por una diadema de brillantes con un velo corto. Como maquillaje utilicé sombras suaves de tono pastel. Respiré hondo y me dispuse a bajar, pero Albert entró por la ventana , haciendo que me sobresaltara

-          Pareces toda una princesa. Pero hoy serás de otro y yo volveré ser tan sólo un jardinero. Por eso estoy aquí. Toma tu ramo nupcial. Te dije que yo lo prepararía y no he faltado a mi palabra. Cógelo, no tengas miedo - Dijo tendiéndome su mano –

-          Albert, yo no sé que decir - musité

-          Mejor no digas nada. Sólo déjame admirarte y guardar tu imagen junto a mi corazón. Soy un estúpido . Si fuera un hombre de verdad te cogería en mis brazos y te llevaría conmigo lejos de aquí.

-           ¿ Y porqué no lo haces ? - Le pregunté retándole .

      -No puedo hacerlo . Por ti ,  tus invitados te esperan y yo he perdido mi oportunidad. Sólo déjame llevarme el sabor de tus labios para que pueda recordar que te he perdido solo y únicamente por mi culpa y que me arrepentiré toda mi vida - Albert me atrajo hacía sí y me besó con pasión y dulzura - Sentía su corazón acelerado - Te amo. Recuérdalo siempre.                  

Desapareció con lágrimas de dolor en sus ojos.  Sólo Albert era capaz de jugar así con mi espíritu. Me sentía enfadada, con rabia, de nuevo él me demostraba ser un cobarde. No era capaz de enfrentarse a la gente por mí y eso me dolía. Sin embargo él encendía mi alma cada vez que estaba cerca.

 

Golpearon a mi puerta

-          Lori Anne , querida ¿ Estás bien ?- Era Henrietta

-          Sí, ya bajo  - dije mirando la ventana por la que Albert había desaparecido.

Cogí el ramo de azaleas y rosas blancas. Quemaba en mis manos. Me armé de valor y descendí por las escaleras.Alexander me esperaba. Tampoco sonreía pero al menos estaba tranquilo. Caminé sobre la larga alfombra roja hasta él , me agarré de su brazo mientras la orquesta empezaba con los primeros acordes de la Marcha Nupcial . El obispo comenzó la ceremonia.

 

martes, 16 de septiembre de 2014

Las azaleas del amor XXX


Acabando el martes, intentando que la semana no pueda con nosotros, probando a disfrutar de cada momento del día que merece la pena y soñando siempre, así os dejo un nuevo capítulo de Las azaleas del amor, buscar vuestras mejores galas porque se avecina un capítulo de boda muy emocionante...si estáis impacientes no os lo podéis perder , como siempre acepto sugerencias y comentarios, un gran abrazo y  buenas noches.
 
Capítulo 30

El cerrajero vino dos días después. Francesca estaba indignada por no haber consultado con ella.

En cuanto me quedé sola entré en la habitación de quién había sido mi abuela. Era enorme. La colcha de la cama al igual que las cortinas eran de color malva y estaban lujosamente bordadas. Abrí los cajones de la cómoda. Vi demasiadas cosas pero nada despertaba mi interés. Por fin un cajón se me resistía , pegué un fuerte tirón y caí sentada en el suelo. Me reí por lo ridículo de la situación y después de cerrar la puerta por dentro centré toda mi atención en su contenido. Allí había cartas y recibos relacionados directamente conmigo, pues eran del colegio donde  había permanecido internada. También había un álbum de fotografías que decidí ojear, quedándome sorprendida al descubrirme con dos, cinco , siete y diez años.

Realmente no había estado tan desligada de mi vida como había hecho creer a todos , incluida a mí. Me sentía embargada por una sincera emoción . Junto al álbum de fotos , descubrí un título de propiedad de una cabaña a nombre de Madeleine Seymour, la madre de Albert, junto a una carta que jamás llegó a enviarse : ”Querida Madeleine, ahora que siento que las fuerzas me faltan , hago examen de conciencia y tras haber modificado mi testamento en favor de mi nieta Lori Anne , quisiera también ser justa contigo, que la has cuidado dignamente. Es por ello por lo que te regalo la cabaña en la que vives. Se la compré a su propietario y ahora, es tuya y de tus hijos. Sólo te pido un último favor. Que  le entregues a mi niña la sortija de la familia . Sabes que es muy valiosa y no quisiera que cayera en manos de Francesca, esa alimaña. Quedo en deuda contigo. Theodora Lowenfeld .”  Dios mío, Theodora no había resultado ser tan malvada y egoísta e ingrata como la gente pensaba.

Recordé a Albert, en lo duramente que la había juzgado. Allí en el fondo del cajón pude ver que algo brillaba. Lo cogí. Era la sortija dorada con la esmeralda en el centro que habíamos buscado sin resultados. Me la coloqué y mirándola imaginé que esta joya me infundiría la fuerza necesaria para enfrentarme a todos los contratiempos, que se me presentaran de ahora en adelante. Cogí el título de propiedad junto con la carta y dejándolo todo tal cual estaba me dirigí a la casa de Albert.   

-         Hola Madeleine - La saludé 

-         Querida - dijo ella - ¿ Qué te trae por aquí ?Si deseas hablar con Albert ahora mismo no está

-          Bien , es mejor así

-         ¿ De veras te vas a casar con Alexander ?

-         -Sí ,es cierto

-          Lo siento, pero realmente no puedo creer que lo tuvieras planeado desde el principio - dijo ella mirándome con ojos benevolentes

-         Por supuesto que no lo tenía , pero Albert  jamás lo entenderá

-         Cuanto lo lamento, hacíais una pareja tan hermosa.

-         Lo sé, pero tu hijo no ha querido escucharme , y yo no voy a suplicarle.

-         Sin embargo aún le amas como él a ti .Estáis sufriendo innecesariamente. Los jóvenes sois tan orgullosos, vosotros mismos os estáis distanciando. Pero dime , hija ¿por qué no das tú el primer paso ?

-         ¡Oh! Madeleine, ya lo intenté

-         ¿ En serio ? Él no me lo había contado, entonces créeme que lo siento –

-          Dejemos eso. Sólo conseguiremos volver a abrir heridas que aún no han cicatrizado. El motivo de mi visita es otro bien distinto y considero que además bastante agradable - Dije yo, mientras sacaba el documento que la acreditaba como única dueña de su hogar. - Encontré esto entre las cosas de mi abuela - Se lo di para que leyera ambas cosas

-         No puedo creerlo - dijo finalmente -. No se como agradecértelo , querida Lori Anne

-          Nada tienes que hacer, no he sido yo, Theodora así lo dejó establecido y yo he querido que se cumpliera. Nada más. Ahora debo irme.

-          Ojalá pudiera hacer que Albert recapacitara - Dijo Madeleine en el umbral de su puerta.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Las azaleas del amor XXIX


Y para los que  os habéis quedado con un poco de gusanillo de saber que pasará os adelanto otro capítulo, para todos los fans verdaderos de Lori Anne y su creadora. Un abrazo....
 
Capítulo 29

 
Así comenzamos con los preparativos. Francesca nos había ahorrado algo de trabajo, pues estos días que andaba tan ocupada era debido a que ella misma preparaba  cosas en secreto. Incluso durante nuestra estancia en la playa había convencido a tía Henrietta de que pronto nos casaríamos y ambas habían empezado a organizar la ceremonia , aunque después permanecieran al margen, a lo largo de mi corta relación con Albert.

Durante un mes no se habló de otra cosa en la mansión. Todo era un ir y venir de gente, peluqueros , modistas, estilistas, decoradores, pasteleros y todo un largo sinfín de profesionales que venían a hacer las pruebas para que día tan señalado resultara perfecto. Pero lo que no se podía controlar era lo más importante. Los sentimientos. La boda no se realizaría  por amor, sino por conveniencia. Un día tía Henrietta vino a mi cuarto. Su semblante era duro.

-          Lori Anne, has estado tan ocupada estos últimos días que no he conseguido encontrarte ni un par de minutos a solas. Quiero hablar contigo de algo que considero realmente muy serio.

-          ¿De qué se trata ? El tono que utilizas no es propio de ti

-           Lo sé, pero verdaderamente estoy preocupada y esta vez no es por nadie más que por ti misma. Todo el mundo prepara tu boda , pero a ti no te veo con la ilusión propia de una novia feliz.

-          ¡Oh! Henrietta, hay tantas cosas que tú no sabes...

-           De acuerdo. No pretendo sonsacarte, sólo quiero que sepas que aún estás a tiempo de no cometer una locura, si no amas a Alexander. Él es un buen chico y estoy segura de que lo comprenderá.

-           Gracias, tía, pero esto es algo entre nosotros y ya no hay marcha atrás. Pero hay algo que deseo pedirte. ¿ Recuerdas el anillo que Theodora mencionó en el testamento y que aún  no ha aparecido ?

-          Claro , cómo podría olvidarlo, si ha pertenecido a la familia durante tanto tiempo.

-          Pues verás , siento que debería encontrarlo. Me gustaría llevarlo el día de mi boda. Puede que creas que soy una tonta supersticiosa pero creo que podrá ser un amuleto que me protegería pasase lo que pasase. En mis pesadillas, con frecuencia suele aparecer un anillo, tal vez eso quiera decir algo sobre el rumbo que en un futuro debe seguir mi vida.

-          No se que decir , puede que tengas razón. ¿ pero dónde podemos buscarlo ? Ya sabes que hemos buscado  por todos los rincones. Sólo nos falta mirar en la habitación de Theodora.

-          Sí , debe estar allí

-          Pero sabes que la llave se perdió y...

-          Definitivamente debemos llamar a un cerrajero.

-          Muy bien - Henrietta salió de mi cuarto. Me quedé pensando en todo lo que me había dicho sobre que aún podía arrepentirme y volverme atrás.

 

Las azaleas del amor XXVIII

Queridos lectores , en esta tarde de sábado algunos estáreis de boda, otros de paseo o de terraceo, y quizá quién sabe si en la playa apurando los últimos días de sol antes de que nos sorprenda el otoño. Yo aprovecho para compartir con todos vosotros un pequeño trocito mas de esta novela que deseo y espero estéis disfrutando, un saludo y gran abrazo para todos mis lectores.
Capítulo 28
Cuando me acosté solo podía pensar en una cosa , mi venganza personal contra Albert. Desperté muy temprano. Bajé al templete. Hacía mucho tiempo que no realizaba el ejercicio de reflexionar en paz, para llegar a la solución adecuada. El olor de las azaleas me embriagaba y yo cerraba los ojos recordando buenos momentos.
 ¿ Porqué todo aquello había tenido que terminar tan rápido ? No lo sabía. Intentaba pensar que podía hacer para que mi relación con Albert volviera a ser perfecta. Sin embargo una llama en mi interior me decía que solo haciéndole infeliz podría recuperarle. Pensé que si de verdad me veía decidida a casarme con otro entonces reaccionaría intentando recuperarme. Además lograría causarle el daño que tanto deseaba .
La decisión estaba tomada . Le vi llegar a la mansión y enseguida salí a su encuentro
-          Albert , me gustaría hablar contigo
-          Bien , dime ¿ De qué se trata ?
-          No, aquí no. Además ahora no puedo. Dentro de un par de horas te espero en la biblioteca - Dije con un tono altivo consiguiendo herirle , haciéndole sentir casi inferior. 
-          Bien , señorita Lowenfeld. Allí estaré. Con permiso. - Se alejó sin mirar atrás.
Subí a mi cuarto y pedí que me sirvieran el desayuno allí. Tenía que pensar cuidadosamente el discurso que le daría. Puse un especial cuidado en arreglarme. Quería que me viera hermosa, deseable , aquello ayudaría a que mi plan funcionara. Me vestí con una blusa escotada de tirantes que hacía resaltar mi piel dorada. Después escogí una falda que se pegaba a mi cuerpo destacando  la esbeltez de mis piernas. El tiempo pasaba lentamente como si el reloj realmente se hubiera detenido. Podía sentir cada latido de mi corazón que galopaba frenéticamente. Al fin , tras la espera acuciante llegó el momento. Albert se retrasó unos minutos.
-          Toma asiento - le dije - Verás te he llamado para hablarte de algo importante, no pienses que te hecho venir para nada. Quería preguntarte si serías capaz de adecuar el jardín de manera que en él  se pueda celebrar una boda. Tanto la ceremonia como el banquete con muchos invitados.
-          Creo que no habrá ningún problema para ello- Albert se pasó la mano por la barbilla.-. Estoy seguro de que Owen y Emma quedarán bastante satisfechos.
-          Lo siento - dije yo, haciéndome la despistada - Olvidé mencionar que no es para Owen y Emma sino para mi boda con Alexander .
-          ¿ Qué estás diciendo ? (Albert se puso en pie )
Pensé que ahora él me pediría perdón por lo de anoche y mi plan resultaría , pero no fue así. Albert frente a mí me miraba fijamente:
-          Entonces era cierto. Francesca tenía razón, tú lo tenías todo planeado y solo jugaste conmigo desde el principio
Me sentí tan frustrada por el hecho de que siguiera dudando de mí que ya, con el único propósito de herirle le seguí el juego.
-          Bueno , también por eso debía hablar contigo. Si deseas marcharte de la mansión lo entenderé y ahora mismo puedo prepararte tu liquidación correspondiente por los servicios prestados
-          No. ¿ Porqué debiera irme ? Para mí será un honor  preparar su ramo nupcial. - dijo él como si no le importara en absoluto. Ambos nos estábamos haciendo daño con intención , pero ya no se podía parar.
-          ¡Ah! Te devuelvo tu anillo - dije entregándoselo de manera que viera bien el brillante de pedida que Alexander me había regalado.
-          Prefiero que lo guarde usted como recuerdo de una simple aventura de dos estúpidos que jugaban a estar enamorados. - Me lo tiró a la cara y salió.
Ya no había esperanzas para nosotros. Subí a mi cuarto y sobre mi cama lloré desconsoladamente hasta quedarme dormida. Cuando desperté me había convertido en una persona nueva, con las ideas muy claras. La boda con Alexander seguiría adelante.