Queridos lectores , en esta tarde de sábado algunos estáreis de boda,
otros de paseo o de terraceo, y quizá quién sabe si en la playa apurando los
últimos días de sol antes de que nos sorprenda el otoño. Yo aprovecho para
compartir con todos vosotros un pequeño trocito mas de esta novela que deseo y
espero estéis disfrutando, un saludo y gran abrazo para todos mis lectores.
Cuando me acosté solo podía pensar en una cosa , mi venganza personal
contra Albert. Desperté muy temprano. Bajé al templete. Hacía mucho tiempo que
no realizaba el ejercicio de reflexionar en paz, para llegar a la solución
adecuada. El olor de las azaleas me embriagaba y yo cerraba los ojos recordando
buenos momentos.
¿ Porqué todo aquello había tenido
que terminar tan rápido ? No lo sabía. Intentaba pensar que podía hacer
para que mi relación con Albert volviera a ser perfecta. Sin embargo una llama
en mi interior me decía que solo haciéndole infeliz podría recuperarle. Pensé
que si de verdad me veía decidida a casarme con otro entonces reaccionaría
intentando recuperarme. Además lograría causarle el daño que tanto deseaba .
La decisión estaba tomada . Le vi llegar a la mansión y enseguida salí a
su encuentro
-
Albert , me gustaría hablar contigo
-
Bien , dime ¿ De qué se
trata ?
-
No, aquí no. Además ahora no puedo.
Dentro de un par de horas te espero en la biblioteca - Dije con un tono altivo
consiguiendo herirle , haciéndole sentir casi inferior.
-
Bien , señorita Lowenfeld. Allí
estaré. Con permiso. - Se alejó sin mirar atrás.
Subí a mi cuarto y pedí que me sirvieran el desayuno allí. Tenía que
pensar cuidadosamente el discurso que le daría. Puse un especial cuidado en
arreglarme. Quería que me viera hermosa, deseable , aquello ayudaría a que mi
plan funcionara. Me vestí con una blusa escotada de tirantes que hacía resaltar
mi piel dorada. Después escogí una falda que se pegaba a mi cuerpo
destacando la esbeltez de mis piernas.
El tiempo pasaba lentamente como si el reloj realmente se hubiera detenido.
Podía sentir cada latido de mi corazón que galopaba frenéticamente. Al fin ,
tras la espera acuciante llegó el momento. Albert se retrasó unos minutos.
-
Toma asiento - le dije - Verás te
he llamado para hablarte de algo importante, no pienses que te hecho venir para
nada. Quería preguntarte si serías capaz de adecuar el jardín de manera que en
él se pueda celebrar una boda. Tanto la
ceremonia como el banquete con muchos invitados.
-
Creo que no habrá ningún problema para
ello- Albert se pasó la mano por la
barbilla.-. Estoy seguro de que Owen y Emma quedarán bastante satisfechos.
-
Lo siento - dije yo, haciéndome la
despistada - Olvidé mencionar que no es para Owen y Emma sino para mi boda con
Alexander .
-
¿ Qué estás diciendo ? (Albert
se puso en pie )
Pensé que ahora él me pediría perdón por lo de anoche y mi plan
resultaría , pero no fue así. Albert frente a mí me miraba fijamente:
-
Entonces era cierto. Francesca
tenía razón, tú lo tenías todo planeado y solo jugaste conmigo desde el
principio
Me sentí tan frustrada por el hecho de que siguiera dudando
de mí que ya, con el único propósito de herirle le seguí el juego.
-
Bueno , también por eso debía
hablar contigo. Si deseas marcharte de la mansión lo entenderé y ahora mismo
puedo prepararte tu liquidación correspondiente por los servicios prestados
-
No. ¿ Porqué debiera irme ?
Para mí será un honor preparar su ramo
nupcial. - dijo él como si no le importara en absoluto. Ambos nos estábamos
haciendo daño con intención , pero ya no se podía parar.
-
¡Ah! Te devuelvo tu anillo - dije
entregándoselo de manera que viera bien el brillante de pedida que Alexander me
había regalado.
-
Prefiero que lo guarde usted como
recuerdo de una simple aventura de dos estúpidos que jugaban a estar
enamorados. - Me lo tiró a la cara y salió.
Ya no había esperanzas para nosotros. Subí a mi cuarto y sobre mi cama
lloré desconsoladamente hasta quedarme dormida. Cuando desperté me había
convertido en una persona nueva, con las ideas muy claras. La boda con
Alexander seguiría adelante.
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