sábado, 13 de septiembre de 2014

Las azaleas del amor XXVIII

Queridos lectores , en esta tarde de sábado algunos estáreis de boda, otros de paseo o de terraceo, y quizá quién sabe si en la playa apurando los últimos días de sol antes de que nos sorprenda el otoño. Yo aprovecho para compartir con todos vosotros un pequeño trocito mas de esta novela que deseo y espero estéis disfrutando, un saludo y gran abrazo para todos mis lectores.
Capítulo 28
Cuando me acosté solo podía pensar en una cosa , mi venganza personal contra Albert. Desperté muy temprano. Bajé al templete. Hacía mucho tiempo que no realizaba el ejercicio de reflexionar en paz, para llegar a la solución adecuada. El olor de las azaleas me embriagaba y yo cerraba los ojos recordando buenos momentos.
 ¿ Porqué todo aquello había tenido que terminar tan rápido ? No lo sabía. Intentaba pensar que podía hacer para que mi relación con Albert volviera a ser perfecta. Sin embargo una llama en mi interior me decía que solo haciéndole infeliz podría recuperarle. Pensé que si de verdad me veía decidida a casarme con otro entonces reaccionaría intentando recuperarme. Además lograría causarle el daño que tanto deseaba .
La decisión estaba tomada . Le vi llegar a la mansión y enseguida salí a su encuentro
-          Albert , me gustaría hablar contigo
-          Bien , dime ¿ De qué se trata ?
-          No, aquí no. Además ahora no puedo. Dentro de un par de horas te espero en la biblioteca - Dije con un tono altivo consiguiendo herirle , haciéndole sentir casi inferior. 
-          Bien , señorita Lowenfeld. Allí estaré. Con permiso. - Se alejó sin mirar atrás.
Subí a mi cuarto y pedí que me sirvieran el desayuno allí. Tenía que pensar cuidadosamente el discurso que le daría. Puse un especial cuidado en arreglarme. Quería que me viera hermosa, deseable , aquello ayudaría a que mi plan funcionara. Me vestí con una blusa escotada de tirantes que hacía resaltar mi piel dorada. Después escogí una falda que se pegaba a mi cuerpo destacando  la esbeltez de mis piernas. El tiempo pasaba lentamente como si el reloj realmente se hubiera detenido. Podía sentir cada latido de mi corazón que galopaba frenéticamente. Al fin , tras la espera acuciante llegó el momento. Albert se retrasó unos minutos.
-          Toma asiento - le dije - Verás te he llamado para hablarte de algo importante, no pienses que te hecho venir para nada. Quería preguntarte si serías capaz de adecuar el jardín de manera que en él  se pueda celebrar una boda. Tanto la ceremonia como el banquete con muchos invitados.
-          Creo que no habrá ningún problema para ello- Albert se pasó la mano por la barbilla.-. Estoy seguro de que Owen y Emma quedarán bastante satisfechos.
-          Lo siento - dije yo, haciéndome la despistada - Olvidé mencionar que no es para Owen y Emma sino para mi boda con Alexander .
-          ¿ Qué estás diciendo ? (Albert se puso en pie )
Pensé que ahora él me pediría perdón por lo de anoche y mi plan resultaría , pero no fue así. Albert frente a mí me miraba fijamente:
-          Entonces era cierto. Francesca tenía razón, tú lo tenías todo planeado y solo jugaste conmigo desde el principio
Me sentí tan frustrada por el hecho de que siguiera dudando de mí que ya, con el único propósito de herirle le seguí el juego.
-          Bueno , también por eso debía hablar contigo. Si deseas marcharte de la mansión lo entenderé y ahora mismo puedo prepararte tu liquidación correspondiente por los servicios prestados
-          No. ¿ Porqué debiera irme ? Para mí será un honor  preparar su ramo nupcial. - dijo él como si no le importara en absoluto. Ambos nos estábamos haciendo daño con intención , pero ya no se podía parar.
-          ¡Ah! Te devuelvo tu anillo - dije entregándoselo de manera que viera bien el brillante de pedida que Alexander me había regalado.
-          Prefiero que lo guarde usted como recuerdo de una simple aventura de dos estúpidos que jugaban a estar enamorados. - Me lo tiró a la cara y salió.
Ya no había esperanzas para nosotros. Subí a mi cuarto y sobre mi cama lloré desconsoladamente hasta quedarme dormida. Cuando desperté me había convertido en una persona nueva, con las ideas muy claras. La boda con Alexander seguiría adelante.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario