sábado, 10 de mayo de 2014

Las azaleas del amor XVIII


Feliz sábado para todos mis lectores, os deseo un día intenso lleno de vivencias hermosas y apasionantes como las que seguramente estará viviendo nuestra representante de Eurovisión de este año, Ruth a por todas , estamos contigo.
Aquí en Madrid con una temperatura veraniega que ya nos hace pensar en las tan esperadas vacaciones de verano y en esas playas de ensueño dónde perderse y desconectar de todos los problemas del día a día. Pero mientras llegan no desespéreis y disfrutar de las terracitas de Madrid  y de la buena compañía y por supuesto no os podéis perder esta nueva entrega de Las azaleas , cargada de emociones que espero os haga disfrutar. Un gran abrazo a todos los que me queréis y me seguís apoyando.

Capítulo 18
Subí a mi cuarto desolada. Temía que alguien pudiera verme en este estado. Me habían partido el corazón pero nadie tenía porque enterarse, pues aunque quisieran hacer algo por mí, solo Albert hubiera sido capaz diciéndome que no se marcharía . Me había confesado que me amaba y sin embargo me dolía el alma de pensar como había sufrido por mí y por Theodora Lowenfeld. Me resultaba difícil creer como un ser humano podía  ser tan duro con seres más débiles. ¿ Pero de qué me horrorizaba ? Ella misma me había mantenido alejada de mi familia durante 22 largos años. Sentí rabia, impotencia por no poder hacer nada, más que por mí, por Albert y su familia. Su padre también había sido víctima de los Lowenfeld aunque de forma indirecta. Me sentía incapaz de poder disfrutar del dinero . Me vi a mi misma como  a un ser despreciable. Me dolía tanto que quise morir durante unos instantes. Observaba cuanto me rodeaba. Tanto lujo y esplendor ¿ de qué me podía servir ? Si acababa de perder al ser que más amaba , aquél que iluminaba mi vida.
Lloré , supliqué y recé pero nada apaciguaba mi espíritu. Tal vez si me alejara ahora de todo aquello y renunciaba  a ser una rica heredera ,Albert me aceptaría , pero su resentimiento era tal que posiblemente ni siquiera esto podría funcionar. Además yo estaba en mi lugar ,se lo debía a Teresa y desde aquí podría ayudar  a la familia de mi amor aún de una forma anónima y compensar el daño que en otro tiempo mi abuela les había infligido.
Llamaron a mi puerta , Valerie , Pamela y Yasmín se encontraban frente mí , sonriendo , cargadas de regalos.
-  Oh¡ Chicas...  - Me derrumbé. Les conté todo lo sucedido y cuando terminé todo su optimismo había desaparecido.
- No sé como ha podido hacerte esto. Con lo que tú le has querido
-Le quiero - Maticé. - Alexander debería enterarse y ajustarle las cuentas a ese canalla - Valerie se sentía indignada. Yasmín me miraba sin atreverse a decir nada. Pamela se acercó a mi y con dulzura me dijo que le diera tiempo para recapacitar. Era un chico impetuoso , la vida le había hecho esconderse tras una coraza de dureza y frialdad y hoy frente a mí se había empezado a resquebrajar. Si me amaba de verdad sería él quién diera el siguiente paso , pero si no era cierto y se había divertido conmigo como lo había hecho antes con Emma , no merecía la pena que yo derramara lágrimas por él. 
-  En cualquier caso  - me aconsejó - debes disfrutar del momento presente. Tienes una familia que te quiere. Piensa en Alexander. Por nuestra parte ya sabes, todas para una y una para todas , como los leales mosqueteros , y ahora límpiate esas lágrimas y sonríele a la vida. Ten esperanzas en ese futuro que está por llegar
Pamela siempre conseguía que la paz volviera mi espíritu. Ella era dueña de esa virtud. Peter debía ser muy feliz a su lado.
Abrí los regalos olvidando la tristeza en un rincón  . Pronto la habitación se llenó de papeles de colores y obsequios de toda índole, un libro de poesías de Bécquer , al que siempre había admirado , un frasco de esencia de rosas, un camisón de encaje ... y azaleas blancas sobre mi mesilla en las que no había reparado , con una tarjeta en la que aparecía un escueto mensaje : “ Adiós “
Bajé a comer con la familia. Habían preparado un menú especial en mi honor compuesto de canapés de salmón , pato a la naranja y tarta de manzana horneada al estilo casero. Al finalizar la comida, ajenos al dolor que roía mi interior brindaron con  Champagne. La comida fue seguida de la entrega de regalos por parte de mi familia. Jasper me regaló unos bonitos y elegantes pendientes de perlas, Francesca una porcelana de Sevres que representaba un hermoso ángel , lo compare con Alexander que esperaba su turno pacientemente. Emma no me dio nada , disculpándose dado que no había encontrado algo que realmente  yo mereciera , pero que cuando lo encontrara sería algo que yo jamás olvidaría.
Realmente estaba siendo un día lleno de emociones y aún no había terminado . Henrietta me entregó un paquete enorme. Rasgué el papel que lo envolvía . Su regalo era un lienzo . Una hermosa pintura en la que junto a mí aparecía una hermosa mujer a la cual me parecía bastante. Ambas íbamos vestidas de blanco y permanecíamos sentadas junto al templete del jardín . Mis ojos se humedecieron de emoción .
-   Me pareció que te gustaría. El retrato de tu madre lo han copiado de una fotografía que yo conservaba.
- Es hermoso Henrietta - Dije convencida.
Finalmente Alexander me dijo que en mi habitación tendría una sorpresa sobre mi cama.: “No olvides usarlo esta noche”. Me dio un pista.  Subí a mi cuarto tras agradecerles sus presentes . Sobre mi cama me esperaba una gran caja rectangular adornada con un espléndido lazo rojo . Una leve sonrisa iluminó mi rostro durante unos segundos. Pensé que en estos momentos la natural ternura de Alexander le vendría bien a mi espíritu. Sabía que estaba siendo egoísta al considerarle mi tabla de salvación , pero era consciente de que solo me serviría de su amistad. Nunca apelaría al amor que sabía él conservaba hacia mí. Abrí la caja ilusionada. En su interior un vestido perfectamente doblado esperaba que alguien lo utilizara. Lo desplegué con delicadeza extendiéndolo sobre la cama para poder apreciarlo mejor . Era hermoso. Combinaba tules , rasos y muselinas creando un efecto sorprendente. Era entallado con escote en v y mucho vuelo . De color azul celeste . No requería gran cantidad de adornos para resultar perfecto. Frente al espejo me lo probé por encima y pensé que parecía creado especialmente para mí.      Oh¡ Alexander era encantador. Esta grata sorpresa contribuyó  a aliviar durante unos instantes la pena que me embargaba .
Las horas se me hacían interminables hasta que por fin Alexander golpeó la puerta de mi habitación. 
- Estás espectacular - me dijo enrojeciendo , mientras me observaba sin parpadear.
Realmente el vestido me quedaba como un guante. Henrietta me había ayudado a peinarme. Me había hecho tirabuzones que acompañaban a un elegante moño de estilo italiano. Los pendientes que Jasper me había regalado completaban mi atavío.Alexander me ofreció su brazo orgulloso y sonriendo hizo que mi vanidad aumentara  cuando me dijo
-  Despertarás la envidia de todas las  mujeres y la admiración de cada hombre  -  Creo que si sigues por ese camino se me subirá a la cabeza y estaré insoportable durante toda la noche. Si unes esto a mis nervios me traerás a casa antes de que termine el primer acto.
-  Espero que no - Dijo estampando sus labios sobre mi mano- Siento que solo te faltaría un detalle para que esta noche resultara completamente perfecta - comentó mientras fijaba  su atención en mi dedo anular donde él deseaba que luciera su anillo de pedida.
-Alexander , es mejor que no insistas, te lo suplico
Si perdíamos el buen humor se rompería todo el encanto y Albert también volvería a mis pensamientos, cosa que no ansiaba que sucediera dado que necesitaba disfrutar de la velada. Sin embargo no todo sería perfecto, había algo en lo que ninguno delos dos habíamos reparado. A esta ópera de tanto renombre asistirían muchas personas de alta clase social que conocían muy bien a los Lowenfeld y que en absoluto sabían de mi existencia. Pronto empezaron a ponernos en serios compromisos.
-  Sonríe y no les hagas demasiado caso- me aconsejó Alexander haciendo referencia a un grupo de damas de edad avanzada que se acercaban a nosostros. Entre ellas también venía una joven pelirroja que vivía  enamorada de Alexander desde que le había conocido. Se llamaba Adrianne Milton
- Querido Alexander , cuanto has crecido . Dinos ¿ Quién es esta preciosa muchacha que te acompaña ? ¿ Acaso pronto tendremos boda en la mansión Lowenfeld ? 
-¡Oh! Lady Catherine, siempre queriendo casar a alguno de los solteros más apreciados. Es mi prima Lori Anne.
-  Es un placer querida - me dijo tendiéndome su mano arrugada mientras  yo sonreía siguiendo el consejo de Alex .
Me sentía incómoda. No me gustaba saberme tan observada por tan altas personalidades que ejercían de juez y jurado al mismo tiempo. Intenté no ponerme nerviosa y puse toda mi atención en la joven Adrianne. Era alta y esbelta. Llevaba un vestido atrevido que dejaba ver parte de su voluptuosidad . Se veía una mujer sensual y poco discreta. Era evidente que sabía como hacerse desear por un hombre. Supuse que no sería bien aceptada en el círculo social en el que se desenvolvía y no me sorprendía , personalmente me había caído mal desde que la vi. Devoraba a Alexander con la mirada pero él no le daba la más mínima importancia. Sin embargo yo sentí un pequeño pinchazo en mi pecho . Hice que se despidiera de ella sin grandes ceremonias y entramos en el teatro. Era la primera vez que lo contemplaba desde su interior.
Si bien por fuera ya resultaba una enorme obra de arte dada su perfección arquitectónica que imitaba al Partenón griego con sus columnas dóricas, majestuosas , por dentro la riqueza destacaba en todos sus rincones , largas arañas colgaban del techo tintineando y ofreciendo un arco iris de color para regocijo de los asistentes. Las butacas estaban forradas de suave terciopelo escarlata.
El enorme escenario ahora cubierto con un telón púrpura hacia presagiar la magnificencia de la obra que íbamos a presenciar.
Todo me resultaba excitante y delicioso. Por fin las luces se extinguieron solo conservando el foco central que iluminaba el escenario. Me  dispuse a disfrutar del espectáculo abstrayéndome de todo lo demás .
Al final del último acto todos los presentes , de pie aplaudíamos deseosos de que nos regalasen algún ” bis “.   El tiempo había transcurrido rápidamente desde el inicio de la obra hasta este momento haciéndome sentir un torbellino de emociones , desde la pasión hasta la tristeza.
- Gracias por haberme regalado esta experiencia inolvidable  , Alex. - Le besé en la mejilla
- Te lo mereces. Me gustaría que volviéramos a compartir algo así algún día.
-Claro que sí - Le aseguré.

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