Capítulo 14
La casa de la playa era una construcción
moderna ,amplia y bohemia. Tenía
aspecto de gran barco encallado en la soledad del mar, de formas irregulares y con ventanas redondas
como los ojos de buey. Representaba todo lo contrario a la mansión Lowenfeld,
de estilo romántico y tradicional.
Estaba emplazada en un lugar tranquilo ,
lejos de la ruidosa ciudad costera. Pensé que seguramente sería el lugar
perfecto para reflexionar sobre mis sentimientos atormentados. Cerré los ojos
durante un instante e imaginé que Albert y yo correteábamos por la arena ,
perisiguiéndonos como dos locos adolescentes enamorados incapaces de saciarse
con los besos y caricias que nos prodigábamos ansiosamente , con descaro ... El
final del sueño era cuando caíamos sobre la arena y entre sus cálidos brazos
sentía sus besos apasionados y tiernos a la vez , mientras las olas nos
acariciaban con calma y quietud.
En estos momentos me embargaba una terrible
depresión , me preguntaba si sería capaz de superar el amor que me inspiraba
Albert. En el instante en que partimos de la mansión nos despidió toda la
servidumbre. Todos estaban allí, excepto él. Aprovechando que solo Jasper se
quedaría en la mansión por motivos de trabajo y dando por hecho que no eran
necesarias tantas flores en el interior del hogar pidió algunos días libres
para poder cuidar de su madre que había vuelto a empeorar.
Me imaginaba como sería su familia, su madre,
su hermana, la casa en la que habitaban , cada rincón donde él había crecido...
Sentía deseos por descubrir todo lo que le rodeaba. Pero no , seguramente ya
era demasiado tarde para que la vida nos diera una oportunidad. El destino se
había encargado de enfrentarnos desde un principio , porque sí, era como si
nuestra historia de amor se hubiera terminado sin tener derecho a comenzar
siquiera, y yo lo sentía en mi interior como una herida que sangraba poco a
poco, pero que jamás a lo largo de mi vida , pasara lo que pasara, lejos de él,
podría cicatrizar. Sin embargo lo peor de todo era que mi corazón se hallaba
cruelmente fraccionado. Por un lado deseaba los labios de Albert y , por otro la dulzura de Alexander me atraía
como un imán. Decidí que lo que tenía que hacer era pensar quien delos dos
realmente aceptaría mi alma humilde ofreciéndome a cambio la suya. Tomar esta
decisión resultaría duro , pues aún desconocía cosas importantes para el
desarrollo futuro de mi existencia .
Tras instalarnos cómodamente y después de
cenar, Alexander y yo salimos a pasear mientras los demás se acostaron. Al
salir Alexander me tomó la mano y no sin antes mirar a Francesca posó sus labios
suavemente sobre los míos. No pude
evitar ver como se dibujaba en su cara una pérfida sonrisa de complacencia ,
aunque imaginé que mis nervios e incertidumbre eran los causantes de que así
hubiera confundido una sonrisa feliz hacia su hijo con una sonrisa maligna.
Las estrellas brillaban apacibles en el cielo como si desde allí
arriba iluminaran los sueños de cada uno de nosotros. Mirándolas buscaba una
estrella fugaz a la que pedirle un deseo que brotara sincero de mi corazón .
Por fin una ráfaga de un color luminoso y
brillante surcó los cielos velozmente, mientras su vistosa cola se deshacía en
destellos a su camino dejando toda una estela de ilusiones. Cerré los ojos
fuertemente y lo formulé con devoción. Algo dentro de mí me indicó que se
cumpliría.
Los días pasaban tranquilos y cálidos. Solo
Emma parecía no disfrutar de la playa y seguía inventando enfermedades que solo
ella era capaz de creerse. Henrietta y Francesca dejaron de ocuparse de ella de
forma tan obsesiva como lo hacían en la mansión . Ambas andaban locas de aquí
para allá hablando a escondidas y callando si aparecíamos Alexander o yo. Después
nos miraban con una sonrisa pícara de complicidad y desaparecían
sospechosamente. Algo tramaban , pero ¿qué era ? Al menos Henrietta jamás
había tenido secretos comigo, excepto el que hacía referencia a su propia vida . Preferí no darle importancia y
dedicarme a disfrutar de los días de sol y playa.
Alexander se ganaba mi cariño día tras día,
pero aunque él se esforzaba en conquistarme no sentía verdadero amor por él y
me hacía daño pensar que podría
descubrirlo.
Un día, antes de regresar a la mansión
sucedió algo inesperado que volvió a descolocar mis sentimientos cuando yo,
tras mucho esfuerzo había conseguido ordenarlos y tenía tomada una decisión .
Tras haber cavilado durante bastante tiempo,
me di cuenta que el amor de mi vida era realmente Albert. Él tenía esa pasión y
esa fuerza que me atraía tanto, y estaba segura de que me podría hacer feliz y
protegerme de todo en los momentos más difíciles.
Alexander era demasiado sensible , la dulzura
estaba muy bien en una relación , pero mi corazón también buscaba otro tipo de
emociones .Una vida entera a su lado sintiéndome como una diosa podría
estar bien , pero corría el riesgo de aburrirme y buscar inquietudes en brazos
de otro hombre. Me sentía cruel pensando en ello , pero la decisión estaba
tomada. Solo Albert sabría hacer correr la sangre por mis venas.
Como cada noche Alexander y yo salimos a pasear tomados de la mano .
Una espléndida y brillante luna llena seguía nuestro itinerario
iluminándolo con destellos de esperanza . Empezaba a refrescar y
yo sentía frío, entonces Alexander me colocó su suéter rodeando mis
hombros. Al hacerlo se acercó más a mí y haciendo que me perdiera en
su brillante mirada azul me besó profundamente como jamás
antes lo había hecho. Mi corazón empezó a latir aceleradamente.
Estaba confusa. Entonces hizo que me sentara a su lado , en la
arena, empezó a juguetear con mis rizos mecidos por la suave brisa y
recorrió mi cuello con diminutos besos ardientes . Podía sentir mi
respiración entrecortada. Pensaba que ahora me pediría que
hiciéramos el amor, pero no fue así . Los dos nos quedamos callados
durante mucho rato, yo imaginé que quizá se sentiría avergonzado. Me
acerqué a él y le tomé de la mano. La expresión de su rostro cambio
de repente. Ya no parecía un niño travieso. Había comprendido que no
me había ofendido con su actitud.
- Cierra los ojos - me dijo - Le obedecí pensando que volvería a
jugar conmigo, pero de nuevo me
equivoqué - Ya puedes abrirlos, Lori , deseo darte una sorpresa y
creo que ahora es el mejor momento. Me harías el hombre más feliz de
la tierra si te quisieras casar conmigo- susurró a la vez
que me mostraba un pequeño cofrecito de terciopelo. Al abrirlo un
brillo luminoso me deslumbró .
En su interior permanecía enterrado un pequeño tesoro. Era un
hermoso anillo de pedida. En la fina alianza de oro lucía engastado
un diamante tallado. Alexander cogió mi mano con delicadeza e hizo
intención de ponérmelo en su dedo correspondiente. Yo , que me había
quedado perpleja ante esta grandiosa sorpresa reaccioné retirando la
mano con suavidad, pues no pretendía hacerle sentir mal .
- Lo siento, creo que no sería honesto aceptarlo. Esto ha sido
demasiado inesperado y ahora no se como debo actuar - Entonces ¿ no
me quieres ? - No , no es eso. Claro que te quiero pero de una
forma muy especial. Realmente estoy enamorada de otra persona. - ¿
Puedo saber quién es el afortunado ? -Es mejor que no , podría
hacerte daño. - Ya no importa- dijo él desencantado.- Quién
más puede ser que Albert... No he podido evitar sorprender algunas
miradas furtivas entre vosotros.
Al menos dejáme ser el primero en felicitarte ya que ese si es un
amor correspondido . Lo siento por la pequeña Emma - No se si es o
no correspondido , lo único que soy capaz de decirte es que desde
que nos alejamos de la mansión no hago otra cosa que pensar en él,
en que ojalá que mi historia a su lado tuviera un final feliz .Creo
que debería tratar de acercarme a él, confesarle lo que siento y
afrontar lo que venga. Necesito pedirte perdón por haberte dado
esperanzas sin pretenderlo. Me siento demasiado cruel contigo . Lo
siento.
Alexander me abrazó tiernamente y me dijo que no debiera sentirme
mal: “No tengo que perdonarte nada. Solo déjame pedirte algo,
prométeme que si Albert te rechaza, yo aún tendré esperanzas de
ocupar tu corazón”. Asentí y dándole un leve beso en los labios
desaparecí.
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