El domingo la magia de los años 80 volvió a mi vida en forma de musical, “A quién le
importa”, basado en letras de Carlos Berlanga, muchas de ellas conocidas por
ser interpretadas por Alaska.
El escenario se vistió de color, locura,
plástico, cristal y todo tipo de pluma muy de la época para poner sobre las
tablas una historia de amor y desamor, idas y venidas, y sobre todo mucha música bailable y ganas de fiesta.
Es un musical que nos trae risas
y nos sube el ánimo con sus bromas, y bailes, lentejuelas y bailarinas
convertidas en vedettes o diablesas según el número correspondiente.
Pompas de jabón, confeti e
imágenes de vídeo ayudan a trasladarnos en el tiempo y hacernos creer que de
nuevo estamos en Rock ola tomando algo viendo chicas monas y macarras con ganas
de pasarlo bien.
Canciones que
han pasado a la historia porque sus letras son más que himnos como ese” a quien le importa “que da título
al musical y tantas veces en incontables versiones hemos hecho nuestro
reivindicando que la gente que nos crítica no sabe nada de nuestra vida y por norma son envidiosos y
amargados que no soportan que vivamos en
un mundo de color rosa. O que decir de ese” bailando” que hemos puesto en
práctica hasta dejarnos los esqueletos totalmente descoyuntados.
Lo recomiendo
para pasar un buen rato, es entretenido, descarado, pizpireto, no tiene
desperdicio, no puedo contar más para no destrozároslo por si decidís ir a
verlo.
Como siempre un
beso fuerte para todos y hacer terapia
escuchando música ochentera que siempre sienta bien para quitarnos las penas.
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