El tren salió de la estación a la hora prevista. Era muy
temprano y hacía frío. Habían anunciado
nieve para hoy y por un momento Estela
temió que su viaje se retrasara aunque finalmente por suerte no fue así.
Sentada en su compartimento pensó en si no habría sido una
decisión tomada a la ligera marcharse así tan rápido casi como si se estuviera
enfrentando a una huida. Pero era una época rara en su vida, con cambios vertiginosos
a gran velocidad y sentía que oportunidades así no surgían a cada momento.
Decidió ir a la cafetería del convoy y tomar un rico cappuccino caliente, eso
siempre animaba y hacía ver las cosas desde otra perspectiva.
No había mucha gente en el bar, por eso se fijó más en aquel
joven pensativo que miraba el periódico como si no lo viera. Tenía una
expresión ausente y distraída. Estela pensó que sería lo que por su cabeza
pasaba y dio un sorbo a su café. Se preguntó si iniciar una conversación con él,
le llamaron la atención sus ojos de un verde mágnetico, protegidos por unas
finas gafas cuadradas de pasta.
Finalmente optó por volver
a su asiento, aún tenía que revisar su proyecto y preparar la primera
exposición que tendría que realizar al llegar a su destino.
Por la ventana pudo apreciar que había empezado a nevar, pequeños
copos de nieve empezaban a cuajar cubriendo el paisaje, instintivamente hizo un
movimiento para resguardarse dentro de su chaqueta.
El paraje era tan hermoso que no podía despegar la mirada de
la ventanilla y de pronto surgieron ahí
frente a ella, esbeltos y ornamentados, mostrando sus flores tan delicadas como
si de joyas se trataran un conjunto de almendros en flor.
Estela pensó que era
una paradoja de la vida como algo aparentemente
tan frágil y delicado permanecía brillando con todo su esplendor en medio del temporal,
como si estuviera retándolo y haciéndole frente
Este cuento es para dar fuerza todo aquel que siente que no está
siguiendo el camino correcto, que no se deja llevar por la razón si no por el corazón que pasa por momentos en
los que parece que la vida les lleva a la deriva, para que no sufran, que sean
fuertes como esos almendros en flor que aguantan temporales y podrán dar color a la primavera, que aunque parezca
lejana siempre llega después del invierno por largo que sea éste.
Un beso a todos y feliz noche.
Gracias Laura por ayudarme con tus cuentos... siempre cargadas de historias bellas que me ayudan a seguir adelante a pesar de los pequeños baches con los que pueda tropezar en el camino. Me encanta tu punto romántico de la vida... espero que algún día los inviernos sean primera..
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