Hoy día de la Almudena se siguen abriendo nuevos caminos, aprovechando que es fin de semana y que el sol nos ha hecho un guiño simpático haciéndonos dudar que nos encontramos ya a 9 de noviembre, os dejo otro pedacito de las azaleas deseando que sigáis disfrutando con ellas y esperando vuestros comentarios que se están haciendo de rogar. Un beso a todos y feliz fin de semana.
capítulo 5
Entré sin hacer ruido, pero no me sirvió de nada.Henrietta y Francesca me esperaban a las puertas de la biblioteca .
-¡Vaya ! Creíamos que la señorita Lowenfeld no nos honraría
finalmente con su presencia. Espero que la próxima vez la niñita se digne
avisar que tenía pensado salir. Así nos ahorraremos la preocupación -Francesca agitó su larga melena con desprecio y dándose la vuelta entró en la
biblioteca- Lo siento , Henrietta - El rubor
subió a mi cara - No te preocupes , cielo, estoy segura de que lo hiciste sin
mala intención. En cualquier caso Francesca estaba preocupada no por ti , sino
porque tuviéramos que retrasar la lectura de tan ansiado documento . Ven
conmigo .
Entramos juntas a la biblioteca. El señor Devon me saludó cariñosamente.
No pude evitar pensar que Alfred y Henrietta habrían hecho una hermosa pareja ,
aún hoy con su pelo plateado podría resultar el galán adecuado para mi tía.
También Jasper me saludó afablemente y tomó asiento junto a Emma , que me dijo
hola fríamente. Yo ocupé una silla junto a
la puerta , al lado de la estatua de una hermosa sirenita de alabastro .
Miré la cantidad de libros que descansaban en sus estanterías , algunos parecían
verdaderas joyas con sus tapas doradas. Son parte del tesoro Lowenfeld , me
dije a mí misma y me dispuse a atender, pero mi mirada se posó en un joven
desconocido , de figura arrogante , alto , rubio y de ojos azules claros. Sus
labios perfectamente delineados invitaban a ser besados . Iba vestido de un
modo informal , pero a la vez era elegante , seductor . Se disponía a encender
un cigarrillo, al darse cuenta de mi presencia me miró durante unos segundos,
después volvió a dedicarle toda su atención a su cigarrillo.
Alfred Devon empezó a leer : “ Yo , Theodora Lowenfeld , en pleno
uso de mis facultades físicas y mentales y en este preciso instante de mi vida
, tras haber reflexionado hondamente y ante la presencia de mi abogado que dará veracidad a todo lo
aquí expuesto y luchará ( eso espero por su bien ) porque se cumpla mi última
voluntad, he hecho inventario de mis pertenencias y así he dejado dispuesto su
reparto .
Un gran silencio envolvió toda la biblioteca . Daba la impresión que se
podían oír incluso los acelerados latidos de algún corazón que tenía la
esperanza de heredar riquezas suficientes para solucionar el resto de su vida .
Francesca escuchaba con los ojos muy abiertos , como si temiera perder de vista
al abogado y en ese momento pudieran hacerle una trampa .
A mi hijo Jasper , pese a haberse casado con una mujer que más parece
loba que hembra y deseando que por su propio bien se divorcie de ella antes que
ésta le mate a disgustos (No obstante siempre ha sido un tonto y todo el mundo
se ha reído de él cuanto ha podido . Oh¡ Jasper, aún no es tarde ...) - ¡Pero ,
como es posible que esa bruja... !
- Un poco de respeto , pues voy a continuar - repuso el señor Devon - le
dejo un paquete de acciones valorado en ciento cincuenta mil dólares . A
Henrietta otro tanto igual en metálico para que lo emplee como ella misma
decida. A mi hermoso Alexander lego un paquete de acciones por valor de
doscientos mil dólares, además del coche que tanto te gustaba, sí , sí Alex ,el
Buggati Royale del abuelo.
Ahora , deseo que mi pequeña Teresa me haya perdonado, allá dónde quiera
Dios que esté. Quizá ya sea demasiado tarde .
Hija mía, no sabes cuanto me he arrepentido del daño que te he hecho ,
al igual que a tu fruto .
Pero de que vale arrepentirse cuando el mal ya esta hecho , es por este
motivo por el que a mi nieta - Francesca
esperaba nerviosa, de pronto se le iluminó el rostro que no tardó en quedarse a
oscuras de nuevo - a la que jamás he conocido, pero a la que quiero con toda mi
alma y solo el Señor Supremo lo sabe , a Lori Anne Baker Lowenfeld, la dejo
quinientos mil dólares restantes de toda mi fortuna , además de todas mis
posesiones inmobiliarias como son : La mansión Lowenfeld, sus caballerizas
y la pequeña casa de la playa. En cuanto
a mis preciosas joyas, Henrietta podrá repartirlas como ella considere, excepto
el anillo que ya era de mi abuela y pasará
automáticamente a las manos de Lori Anne.
Espero que lo que aquí queda dispuesto se cumpla con toda severidad, y si
alguien impide su cumplimiento que toda la justicia divina y humana lo persiga
hasta la muerte. Lo firmo ante Dios
Después Alfred Devon leyó una fecha en la que fue firmado dicho documento
y al que yo no presté la más mínima atención. Era dueña de una fortuna, mi corazón galopaba aceleradamente , me
encontraba en un estado febril, mi cabeza daba vueltas, no obstante pude
escuchar que Francesca chillaba histérica .
-
No es posible ,todo ha sido una
grandísma broma - repetía .
Jasper la acompañó a su habitación con la intención de que se
tranquilizara. Emma muy pálida me felicitó tendiéndome la mano y subió a su
cuarto llorando. Henrietta acercándose a mí me dijo: - Bien , querida , te dije que sería
una sorpresa para todos - Especialmente para mí - respondí -Pobre mamá - lamentó mi tía
mientras acercaba un pañuelo a sus ojos para limpiar pequeñas lágrimas que no
había podido evitar que se la saltaran al recordar a su madre - Fue tan
estricta durante toda su vida y finalmente fue a morir con una pena tan grande
clavada en su corazón - Sollozó -Estoy segura que Teresa, mi madre , la ha perdonado - ¿ Y
tú ?- Me preguntó Henrietta - Creo que no podría odiarla aunque quisiera.
- Me agrada oírte decir eso. Me hace estar mucho más orgullosa de que seas una
Lowenfeld.
Alfred Devon antes de marcharse me llamó a la biblioteca a
solas:-
Querida , eres la nueva dueña del
patrimonio Lowenfeld, solo espero que sepas administrarlo con cordura y
sabiduría -
Así lo haré - dije tendiéndole mi
mano. Se despidió de mi con un reflejo de ternura en su mirada.
Alexander
se acercó a nosotras . Mi tía Henrietta le puso al corriente sobre mi
llegada y
los acontecimientos que la precedieron . Él se despidió debido a que
había
dejado ciertos asuntos pendientes de una gran importancia en Italia, pero
que
volvería en cuanto estos se lo permitieran . No pude evitar pensar que tal
vez
ese asunto fuera una “Ragazza “ que lo
estuviera esperando .
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