Queridos amigos, he estado alejada
de esta actividad durante largo tiempo, pero aquí me tenéis retomando nuestra
historia con toda la ilusión y las ganas del inicio de este blog .Disfrutad de
vuestras vacaciones y de la buena gente que os rodea, de quien os ama y a quien
amaís , seguir soñando y caminar para que esos sueños se hagan realidad.
Espero que os guste este nuevo capítulo de Las azaleas del amor.Un fuerte
abrazo y hasta pronto.
Por la noche , en el hotel , brindamos por nosotros. A pesar de todo
Alexander cumplió con la tradición cruzándome en brazos el umbral de la puerta.
Teníamos la Suitte Nupcial. Pasé a desvestirme al toilette , pues a pesar de conocer el secreto de Alexander me daba
vergüenza mostrarme ante él desnuda. Salí dispuesta a meterme en la cama
-
Yo puedo acostarme en este diván,
es amplio y creo que estaré cómodo
-
No seas tonto - dije yo - a mí no
me importa compartir la cama
-
De acuerdo - aceptó él y empezó a
desnudarse sin pudor. Le observaba disimulando, tapándome con el embozo de las
sábanas. Realmente Alexander era muy atractivo. Tenía un cuerpo atlético y bien
moldeado. No pude evitar pensar que sin duda suponía un desperdicio para el
sexo femenino. Se acostó y con su brazo me rodeó la cintura
-
Buenas noches ,amada esposa - dijo
besándome en la frente.
Imaginé como sonarían esas palabras pronunciadas por otra boca. Pero no ,
tenía que vivir el momento presente y para ello no debía recordar que yo amaba
a otra persona.
Pasaban las horas y yo no era capaz de pegar ojo. Miré a Alexander,
dormía tranquilo, su respiración era pausada y sosegada. Me levanté de la cama
y bebí un vaso de agua. Miré por los cristales como transcurría la vida
nocturna de París. A lo lejos se erguía la Torre Eiffel iluminada. Llevaba
pocas horas casada y ya sentía que había cometido un error , empujada tan sólo
por mi natural orgullo.
En la mañana golpearon a nuestra puerta ,iba a levantarme cuando Alexander me dijo
-
Espera , no lo hagas - Y tras ir a
atender él mismo el servicio de habitaciones acercó las bandejas a a cama y
guiñándome un ojo dijo - ¿ No es un placer desayunar acostado?
Sonreí, al menos su simpatía haría
más llevadero este matrimonio. Salimos a media mañana y visitamos la Torre
Eiffel, el Arco del Triunfo, el palacio de Versalles , los inválidos, y
finalmente la catedral de Notre Dame ,
cuyas fabulosas campanas parecían tañer, prediciendo al tristeza que brotaba de
mi espíritu. . Pasamos todo el día viendo fabulosos monumentos y por la noche
cenamos en un restaurante de corte romántico a orillas del Sena.
-
¿ Has disfrutado?
-
Cómo nunca - respondí - Parece
mentira que haya tantas maravillas en una
sola ciudad
-
Pues ya ves. Yo estudié aquí unos
años durante mi juventud, pero hacía mucho tiempo que no había regresado. Pero
, dime ¿ De veras lo has pasado bien ?
-
Sí , en serio, eres maravilloso -
dije ofreciéndole un brindis
-
Tú también - dijo él besándome la
mano. Nos miramos en silencio durante unos segundos hasta que él me dijo -
Realmente puede que no lo creas, pero para mí conocerte ha supuesto volver a
sonreír de nuevo. Lo he pasado muy mal últimamente. Estuve sometido a muchas
presiones por el trabajo, por mis relaciones y como no , por la familia.-
-
No es preciso que me lo cuentes. Somos amigos
y eso es lo más importante
-
Lo sé - dijo él - pero no nos pongamos
melancólicos o ahogaremos nuestras penas en alcohol, y mañana tenemos que
madrugar, sabes que partimos para Austria.
-
Así es - dije yo y tras terminar de
cenar regresamos al hotel dispuestos a descansar.