Buenos días, en esta mañana de sábado me gustaría desearos el mejor de
los fines de semana y quién sabe si también las ganas de realizar algún viaje
hermoso por los destinos de nuestros protagonistas.Lugares llenos de magia y encanto, que inspiran y
enamoran, para disfrutarlos en soledad o en la mejor compañía.Para todos un
nuevo capítulo de Las azaleas del amor.Un besazo.
Capítulo 33
Viena , antigua capital del Imperio Austro - Húngaro estaba frente a
nosotros. Cuando llegamos la ciudad estaba cubierta por una clara neblina que
le debe cierto aspecto de cuento, de ciudad de las hadas.
Alexander y yo paseamos por las orillas del Danubio. Visitamos la Iglesia
Votiva, el Parlamento y la Opera. El final de nuestra ruta turística por hoy
sería el Palacio Schimbrum. Resultaba fácil imaginar a los fantasmas de la
emperatriz Sissi y Francisco José danzando al son de Sangre Vienesa , en
aquellos inmensos salones. Antes de partir de estas tierras realizamos una
excursión a los frondosos bosques de Viena y Mayerling. Finalmente nos alejamos
en tren ,divisando con nostalgia los señoriales Alpes suizos .
Nuestro próximo destino sería Italia, allí permaneceríamos algún tiempo
pues Alexander poseía una galería de arte en Roma y debía dejar algunas cosas
en orden, pues había permanecido demasiado tiempo alejado de su trabajo.
Primero me mostró los rincones más hermosos de ciudades tan románticas como
Siena , Florencia , donde pudimos admirar al “David” de Miguel Angel y Padua
que siempre había deseado conocer. También visitamos Verona , la ciudad delos
amantes.
-Parece que el perfume mágico
funcionó de alguna manera - dijo Alexander besándome en los labios fugazmente-
-Sí , quizá no como esperábamos ,
pero hizo su efecto
-¡Oh! Lori Anne ,eres deliciosa... -
dijo él sonriendo.
En Roma , Alexander resultó ser un magnífico Cicerone y antes de ir a la
Galería demostrándome un amplio conocimiento sobre esta ciudad , me mostró la
plaza de Venecia, el Capitolio , los Foros Romanos y por último la Basílica de
San Pedro. Empecé a rezar. Veía tan lejana mi visita a la ermita cavada en la
gruta, en compañía de Albert. Le pedía perdón a Dios por haberme casado sin
sentir verdadero amor. Pensaba que había obrado mal y deseé que finalmente
algún día se cumpliera nuestra promesa ahora ya casi olvidada.
-¿ Comemos antes o vamos a la
Galería ?- Me preguntó Alexander al salir de la Basílica
- Tú mandas - Dije yo
-Bueno , pues si lo deseas , ahora vas a conocer en que
consiste mi trabajo y a partir de ahora el tuyo
-¿ Cómo ?- Respondí yo
sorprendida.
-Cómo tú eres mi esposa, he
tramitado que la galería te pertenezca a ti en lugar de a mí. Tómalo como un
regalo de bodas . Y si algún día nuestra
relación se rompiera , la mitad del edificio y su contenido siempre te
pertenecería.
- Alexander ¿ Porqué has hecho
eso ?
-No lo sé. No , en serio. Yo con
nuestra unión , a cambio consigo tu dinero , pero ¿ y tú ? Sentía que
debía compensarte de alguna manera, mi aprecio ya lo tienes , espero que lo
sepas y ahora , pues....de todos modos no pienses que te he convertido en multimillonaria, porque tú misma podrás comprobar
que es un negocio glamuroso , pero modesto.