Hace unos días conocí un lugar donde el cielo es azul, donde
el sol sonríe a la mujer lozana y fresca, acariciándola con sus rayos generosos.
Allí el aire viene cargado de aromas intensos, dulzones y frescos subrayados
por la presencia omnipresente del azahar en cada detalle y los naranjos
que prendan las calles de naturalidad y
frescura por doquier.
El tiempo se detiene
sin hacerlo realmente convirtiendo cada pequeño rincón de la calle en un lugar de encuentro, eterna fiesta y
alegría.
Dónde tu porvenir puede cambiar de una a otra esquina por la
que decidas callejear y dónde te esperan
sigilosas las damas adivinas de la buenaventura y el romero.
Lugar idóneo para realizar un paseo por la historia y ver el
ejemplo de la convivencia y el respeto entre culturas judía cristiano y
musulmán.
Mientras se escucha el agua de algún viejo aljibe y las
flores a cada paso saludan coquetas al paseante se oyen ecos y rumores de antiguas
leyendas protagonizadas por princesas
hermosas, caballeros honorables y
valerosos guerreros y dónde también tiene su papel la temible inquisición.
Córdoba hermosa se abre ofreciendo al viajero grande
posibilidades, desde museos que nos traen la historia hasta nuestro tiempo,
hasta un paseo por el Alcázar de los reyes católicos con espectáculo de luces,
sonido y color que no deja indiferente a nadie.
Si no lo conocéis es
un lugar muy recomendable para pasar unos días y descubrir sus secretos y si tenéis
la suerte de que si es muy buen lugar para
volver y perderse por sus callejas para terminar saboreando un té de
ingredientes exóticos pero siempre atrayente para el alma.
Gastronomía, historia, misticismo y folclore hacen de esta
ciudad un lugar auténtico e inolvidable para pintar de alegría algunos de
nuestros días grises de rutina.